La gata nos sigue hasta la cama.
Si dormimos duerme
acoplada al hueco de nuestro estómago
al hueco de nuestros riñones
al hueco de nuestras rodillas
o al hueco que queda entre él y yo.
Pero cuando nota movimientos
aproximaciones bajo el edredón
rápidamente se baja de la cama
y nos deja solos con nuestros juegos.
Mi gata operada, vaciada por dentro.
Mi gata celosa y posesiva
con el único macho de la casa.
Mi gata que ya apenas recuerda
como yo
el parto de su única camada.
Tan pronto como acabamos
ella vuelve.
Necesita nuestros huecos para llenar
su vacío.
Quisiera decirle que tampoco en eso
somos
tan distintas.
Ella maulla, yo gimo.
Si dormimos duerme
acoplada al hueco de nuestro estómago
al hueco de nuestros riñones
al hueco de nuestras rodillas
o al hueco que queda entre él y yo.
Pero cuando nota movimientos
aproximaciones bajo el edredón
rápidamente se baja de la cama
y nos deja solos con nuestros juegos.
Mi gata operada, vaciada por dentro.
Mi gata celosa y posesiva
con el único macho de la casa.
Mi gata que ya apenas recuerda
como yo
el parto de su única camada.
Tan pronto como acabamos
ella vuelve.
Necesita nuestros huecos para llenar
su vacío.
Quisiera decirle que tampoco en eso
somos
tan distintas.
Ella maulla, yo gimo.
Ana Pérez Cañamares
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